Ay! mi ...a...anta

Hoy gatitos, debo dejar a un lado mi buen humor y escribir sin mas musa que la inquina. Y es que estoy pachucho, tengo las amígdalas hinchadas como las tetas de la veneno, cosa de la que no puedo culpar a nadie. Pero hay algo que no tiene perdón de Dios. Porque como sabéis cuando nos duele la garganta podemos pronunciar las letras justas para quejarnos. ¡Pero no! Alguien decidió que cuando fuéramos al medico teníamos que decirle que nos duele la GarGanta que eso no hay quien lo diga, y vuelves a tu casa y le tienes que explicar a tu santa madre que el medico te ha dicho que es cosa de las anGinas o de las amíGdalas, palabras que ya… me duele hasta escribirlas. Cuando consigues ir a la farmacia con las anGinas rojas como dos culos de babuino. El buen farmacéutico pregunta: -“¿que desea?” Y tu como un gilipollas -“anGileptol” que cuando te lo receta el medico por miedo a lo que va a pasar cuando lo pronuncies le imploras: -“¿no me podría mandar otra cosa? Y el… -“Si, auGmentine” Y tu… “Váyase Usted a la mier…” (Que esto no lo decimos pero lo pensamos).

Por mi parte yo vivo bajo la convicción de que estamos siendo victimas de un complot entre médicos y farmacéuticos para que esas anginas rasguñadas cual cabeza de Jose Luís Moreno, tarden en curarse y tengamos que comprar el doble de pastillas impronunciables, sobres imbebibles y pegajosos jarabes. Si esto no es así y tu que lo estas leyendo, eres el encargado de poner nombre a un nuevo producto para el dolor de garganta. Hazle un favor a la humanidad. Cumple el deseo de miles de millones de humildes ciudadanos de a pie. Llámalo de la única forma en la que hoy, un servidor, podría llamarlo sin pasar un mal rato:

MMMMHH…