13 febrero 2009

De Carlos Siles para Adrián Usero

Fue hace unos tres años o más. El caso es que él ya me conocía, pero no se acordaba. Yo tocaba antes de dos personajes que pensaban que eran “algo” más que yo y cuya soberbia (sin entrar en detalles como: “por supuesto, tu tocas antes que nosotros” y el mítico “la gente ha pagado su entrada para escucharnos” mientras ellos dos no habían parado de hablar durante mi parte del concierto y no cayeron en la cuenta de que de las 90 personas que acudieron aquella noche- concierto extrañamente multitudinario- 79 fueron a verme a mi y no les sentó muy bien que estos personajillos no pararan de gritar como si estuvieran en una discoteca- fue cubierta con ese gran dictador de justicia que es el olvido y con ella la desaparición completa de los escenarios).

Bueno, rencillas post-adolescentes aparte, el caso es que él fue a ese concierto. A mí me llamó este chico “ofreciéndome” ir a Ciudad Real a dar un concierto. Sin cobrar. Estaba recomendado por otra persona que también se tragó su soberbia con el tiempo y la que más de una vez, en mis mejores sueños, he soñado con cruzarme y decirle: “hola, no te chupé el culo, y aquí sigo”. Rencillas pseudo-profesionales aparte. La cosa es que él estaba en ese concierto en el que yo toqué acompañado de Frank al bajo eléctrico (cosa que me gustó, pero Frank marchó a EEUU, su tierra natal).

Y el caso es que yo, que por entonces me tiraba a un pozo con tal de tocar, me lo tomé como un fin de semana de ocio y para allá que fui.

Adrián Usero me dijo que por qué no musicaba un texto que tenía por ahí. Yo, ansioso de fuentes creativas, le dije que sí, y en un par de días le envié “Nana para dormir contigo” en formato MP3. Eso sí, con un par de cambios en la letra que no me convencían y de los que (perdona Adri) estoy muy orgulloso, como el “se lo merece” convertido en “se lo merece, se lo merece… o se lo merecerá”.

Semanas más tarde llegó “200 nombres” (o puede que fuera al revés), me fusilé de nuevo frases y palabras que no me gustaban (más que no me gustaban, no me veía a mí pronunciándolas en una canción) y, bajo el único límite de “Carlos, hazla lo más lenta que puedas”, terminé aquella canción, sin duda, la más lenta que he hecho nunca.

Adri, pequeño aprendiz de Ismael Serrano, con el paso de los años, se convirtió en un curioso animalín del escenario. Somos asiduos invitados de los conciertos del otro. Adri se ha convertido en un gran “cantaletras”, como yo le llamo (y cuya palabra ha utilizado para promocionarse en los últimos carteles). Su voz es sólida y a pesar de ser tan pequeñín, sale con una fuerza admirable.

Acompañado de José Lemus, otro buen amigo que me acogió en Ciudad Real en su casa en mi tercer concierto allí, Adrián ha conseguido cuajar un estilo bastante personal. Hemos tenido pequeños roces, tanto él con mi público como yo con el suyo, y es que parece ser que yo soy un “cansino” y él “tiene en mis conciertos su minuto de gloria”. Pero lo importante es que ambos nos tenemos mucho aprecio.

Cuando se metió en estudio a grabar un CD con 7 canciones, pude escuchar como quedaron tanto “nana…” como “200″. Y he de reconocer que “nana” me provocó una emoción irrepetible. Era perfecta. Fue como un impulso de fuerzas y ganas. Ver como una canción mía podía sonar tan bien, grabada en estudio, orquestada ,producida… Desde entonces mi obsesión era grabar mis canciones, producirlas, hacerlas reales, palpables, imaginar como sonaría “Baila Nena” o “Cenicienta” grabadas a conciencia.

A Adri le fue genial con su disco. Las letras eran buenas, la producción también, Lemus y yo pusimos de nuestra parte y Adrián hizo un diseño de portada (reconocido plagio colorístico de “Refugio bajo la mesa camilla”) idóneo con lo que uno se encontraba dentro. Sonidos folk, indies, pop, todo muy fresco y a ratos bailable.

Estuve varios años dándole vueltas a un estribillo que decía:

“Te convertiste en una colección de clásicos del pop, desapareciste sin pedir perdón, Ana ¿Dónde estás Ana?” Era una vieja historia salvada de otra canción que no pasó el corte de Elena, mi cellista. Pero el estribillo iba dando tumbos de canción en canción. Hasta que Adri me mandó un texto que hablaba de lo mismo, una chica que se iba, una chica que pasó a convertirse en un cúmulo de emociones que ya no causaban nada y que apenas recuerdas si no es por esas canciones empalagosas y demagógicas que te hacían recordar como se ganó su rincón en el cajón de las facturas.

Cambié completas varias estrofas intentando mantener la idea de Adri. Se la mandé en Mp3 y él volvió a cambiarle otras tantas cosas. Nació “¿Dónde estás, Ana?”

Adri llegará lejos. Es un buen letrista. Escribiendo tiene valor y no tiene vergüenza, lo contrario que yo. Y el escenario se hace cada vez más pequeño para él, que crece a pasos grandes en cada concierto.



Te lo debía.

Un abrazooooooooo…

todo en www.myspace.com/adrianusero

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